¿Qué es la paleomicología?

La paleomicología es una rama de la paleontología que se encarga de la identificación y análisis de restos de hongos preservados en materiales como ámbar, carbón o sedimentos. Sus aplicaciones son diversas, incluyendo la reconstrucción de climas prehistóricos, la comprensión de la evolución de los hongos y sus relaciones con otras especies, así como su impacto en los ciclos biogeoquímicos del pasado. Además, ofrece perspectivas sobre la aparición de enfermedades vegetales y la descomposición de la materia orgánica, que pueden tener implicaciones en estudios ambientales y agrícolas actuales.

Tradicionalmente, la paleomicología se incluía dentro de la paleobotánica, debido a que hace algunas décadas los hongos se clasificaban dentro del reino de las plantas. Sin embargo, en los últimos años, la paleomicología se ha consolidado como una disciplina independiente.

Los primeros estudios de muestras de hongos fósiles se realizaron en el año de 1921, cuando se describieron esporas tomadas de plantas del periodo Devónico (periodo transcurrido hace 419 a 359 millones de años en el pasado). Desde entonces, la paleomicología ha aportado significativamente a ramas como la ecología, la evolución y la estratigrafía (la rama de la geología que trata del estudio e interpretación, así como de la identificación, descripción y secuencia tanto vertical como horizontal de las rocas  estratificadas).

Los fósiles de los hongos han tenido una importancia relativamente limitada en las investigaciones de la vida en la Tierra en el pasado, debido a su escasez en comparación con los registros de otros indicadores (como el polen de las plantas), así como a la falta de personal especializado en el estudio de muestras de ese tipo. A pesar de ello, estos fósiles han sido utilizados para entender las relaciones evolutivas entre los hongos y las plantas, ya sea como simbiontes, parásitos o saprófitos (que se alimentan de materia orgánica en descomposición).

Las esporas de los hongos han permitido estudiar la evolución de las micorrizas de tipo vesículo-arbusculares y su importancia en el desarrollo de las plantas terrestres. Recordemos que las micorrizas son interacciones entre los hongos y las raíces de las plantas que funcionan como una red de comunicación subterránea, y que aún en la actualidad son vitales para la salud y equilibrio de los bosques.

En cuanto a la ecología, los registros de hongos fósiles han ayudado a reconstruir los ambientes naturales del pasado, así como a entender las relaciones que existían entre los hongos y otros organismos. Por ejemplo, algunos estudios han permitido inferir el clima y la flora existente en el Mioceno, es decir, entre 20 y 5 millones de años en el pasado. Además. se han identificado relaciones micorrízicas a partir de muestras fósiles de madera fosilizada en la Antártica.

Los estudios de paleomicología han ayudado a determinar zonas estratigráficas a partir de la presencia de fósiles específicos en ciertas capas geológicas, lo que ha permitido establecer correlaciones entre estos fósiles y las épocas en las que vivieron.

Los hongos fósiles han aportado evidencias sobre la evolución de diversos grupos fúngicos a lo largo del tiempo. Se han identificado estructuras derivadas de los hongos conservadas en otras esporas o cuerpos fructíferos, lo que ha permitido inferir posibles conexiones evolutivas entre diferentes grupos de hongos.

En resumen, la paleomicología es una disciplina en desarrollo que ha aportado importantes conocimientos en ecología, evolución y estratigrafía a partir del estudio de hongos fósiles. A través de la identificación de muestras en diferentes periodos geológicos, se ha podido establecer relaciones evolutivas y ambientales que han contribuido al entendimiento de la evolución de los hongos y su relación con otros organismos a lo largo de la historia de la Tierra.

Referencias:

Herbst, R., & Lutz, A. I. (2001). A catalogue of fossil Fungi in Southern South América.

Marco Brown, O. L. (2004). Los hongos fósiles o la paleomicología. Interciencia, 29(2), 94-98.

Taylor, T. N., & Krings, M. (2010). Paleomycology: the rediscovery of the obvious. Palaios, 25(5), 283-286.

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