¿Alguna vez has escuchado la palabra “holobionte”?. El término proviene de los vocablos griegos holo, que significa “todo”, y bios que se refiere a la vida. Holobionte, por lo tanto, es una comunidad biológica que funciona como una sola entidad, formada por un organismo multicelular (animal o planta) y todos sus microorganismos asociados (su microbiota).
Los humanos somos holobiontes gobernados, en parte, por los microorganismos que hospedamos; solo el 10% de las células que hay en nuestro organismo son humanas, y el otro 90% corresponde a bacterias, hongos, protozoarios y arqueas. La microbiota intestinal hace referencia a la comunidad de microorganismos vivos residentes en el intestino. Es indispensable para el correcto crecimiento corporal, el desarrollo de la inmunidad y la nutrición.
¿Por qué es importante la microbiota intestinal?
La microbiota intestinal ha pasado de considerarse una acompañante, a considerarse un “órgano metabólico”, con funciones en la nutrición, la regulación de la inmunidad y la inflamación sistémica. Los mamíferos que crecen libres de microorganismos tienen un desarrollo corporal anormal, con pared intestinal atrófica, corazón, pulmones e hígado de bajo peso y sistema inmune inmaduro. Los microbios y los vertebrados evolucionaron juntos a través de miles de años, y el funcionamiento normal del sistema digestivo e inmunológico depende de la presencia de la microbiota.
La microbiota y los metabolitos que se generan en el intestino a partir de la dieta, configuran señales neurales y endocrinas que influyen en órganos y tejidos distantes. De este modo, la microbiota contribuye a funciones tan diversas como la regulación del balance energético, así como otras que dependen del sistema nervioso, incluyendo funciones cognitivas, estado de ánimo y comportamiento.
Se ha demostrado además que el contenido microbiano del tracto gastrointestinal es crítico para el desarrollo de respuestas adecuadas al estrés en etapas posteriores de la vida.
A las alteraciones de la microbiota intestinal y la respuesta adversa del hospedero a estos cambios se le ha denominado disbiosis. La disbiosis se ha asociado con afecciones como el asma, las enfermedades inflamatorias crónicas y la obesidad, entre otras.
Estudios recientes empiezan a asociar la disbiosis con las enfermedades gastrointestinales. Se han demostrado diferencias importantes en la microbiota de los pacientes con síndrome de intestino irritable en comparación con personas sanas.
Los hongos pueden equilibrar la microbiota intestinal
Trametes versicolor y Grifola frondosa, mejor conocidos como Cola de Pavo y Maitake, respectivamente, son dos hongos funcionales que pueden regresar al equilibrio a la microbiota intestinal cuando se encuentra en disbiosis. Son hongos prebióticos, es decir, funcionan como “alimento” para las bacterias benéficas del intestino, promoviendo su proliferación.
En un estudio publicado en 2014 por Pallav y sus colaboradores en la revista Gut Microbes, 24 personas consumieron diariamente 3600 miligramos de PSP extraído de Cola de pavo durante 8 semanas. Los investigadores observaron que este suplemento mejoró el equilibrio de las bacterias intestinales y detuvo el crecimiento de bacterias como E. coli y Shigella. A su vez, otro estudio encontró que los extractos de este hongo ayudaron a incrementar la presencia de bacterias beneficiosas como Bifidobacterium y Lactobacillus.
Por su parte, Maitake tiene un efecto similar sobre el intestino; puede mejorar la salud de los humanos mediante la regulación de la microbiota intestinal. Se ha demostrado que mediante este mecanismo, Maitake puede proteger a las células del tracto digestivo del estrés oxidativo y prevenir el desarrollo de cáncer colorrectal.
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