Hongos: de remedios tradicionales a terapias modernas

Los hongos han sido parte fundamental de la medicina desarrollada por el hombre desde tiempos prehistóricos. Un excelente indicador de ello es un hallazgo realizado en 1991, cuando se encontraron piezas de varias especies de hongos medicinales (entre ellas Piptoporus betulinus y Fomes fomentarius) en la bolsa de un cuerpo momificado de un hombre del Neolítico (llamado Ötzi por la ciencia), cuyo cadáver fue encontrado en un glaciar de los Alpes italianos, a una altitud de 3200 metros sobre el nivel del mar.

Posteriormente, a lo largo de la historia, muchos hongos se han utilizado para tratar diversas enfermedades en todo el mundo. Por ejemplo, Psilocybe y Amanita muscaria eran especies muy apreciadas por los indios norteamericanos que creían que cada enfermedad grave era un mal funcionamiento del espíritu. Geastrum spp. y Sarcoscypha coccinea fueron utilizados por los mayas y cheroquis para detener hemorragias, y Fomes officinalis para el tratamiento de la fiebre, diarrea, disentería y hepatitis.

En el África subsahariana, Calvatia cyathiformis se utilizó para la cicatrización de heridas, Phallus aurantiacus para la lepra y Termitomyces microcarpus para el tratamiento de la gonorrea, mientras que los cuerpos fructíferos de Podoxis pistillaris molidos se han utilizado para el tratamiento de pacientes que sufren de cáncer desde el siglo XVIII.

Sin embargo, los pueblos de Rusia, China, Japón y Mongolia son los que más han utilizado a los hongos como tratamiento de enfermedades, ya que suman más de 1100 especies aprovechadas para este fin. Las más apreciadas en China, Japón y Mongolia son Ganoderma lucidum, Lentinus edodes, Auricularia auricula, Tricholoma matsutake, Tricholoma mongolicum, Tremella fuciformis, Grifola frondosa, y Cordyceps sinensis. Estos hongos han sido utilizados no solo como tratamiento para personas que padecen alguna enfermedad, sino también como complementos alimenticios para personas sanas.

En Rusia, los hongos se han utilizado no solo para el tratamiento de enfermedades en humanos, sino también para los animales.

Aunque la calidad y la esperanza de vida para la población humana han aumentado significativamente en los últimos dos siglos gracias a los avances de la medicina moderna, esta aún se enfrenta con numerosos desafíos, como la presencia de sustancias externas que desencadenan estrés oxidativo en el cuerpo, que a su vez conducen a la aparición de múltiples enfermedades y trastornos; el gran número de pacientes que sufren de enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, trastornos neurodegenerativos o enfermedades autoinmunes.

Aunque hay un número considerable de tratamientos y medicamentos contra las enfermedades mencionadas y muchas otras más, la gran mayoría tienen efectos secundarios y desventajas en su uso. Un ejemplo son el BHA y BHT, los dos antioxidantes sintéticos más utilizados, pero que también tienen efectos carcinogénicos y hepatotóxicos. Otro ejemplo es la quimioterapia y la radioterapia, que dan resultados satisfactorios solo en el tratamiento de las etapas tempranas del desarrollo del cáncer, no son eficaces en todos los casos y pueden causar numerosos efectos secundarios que pueden disminuir considerablemente la calidad de vida de los pacientes.

Por lo tanto, hay un gran interés y necesidad de búsqueda de fuentes naturales de compuestos activos que puedan solucionar los desafíos de la medicina actual, entre los cuales los hongos son importantes. Han sido parte integral de la medicina tradicional durante milenios, y la investigación moderna ha confirmado sus actividades biológicas y les ha dado una base científica.

Diversos estudios han demostrado que los extractos de los hongos (los cuales contienen polisacáridos, compuestos fenólicos, terpenoides y proteínas) poseen actividades medicinales, y podrían ser la base para el desarrollo de nuevos fármacos más eficientes.

Numerosas especies, principalmente de los géneros Ganoderma, Lentinus, Pleurotus, Innonotus, Trametes, Cordyceps, y Agaricus, han demostrado ser excelentes inmunomoduladores, antioxidantes, antihipercolesterolémicos, antihipertensivos, antitumorales, antidiabéticos, antimicrobianos y potenciales tratamientos contra diversas enfermedades.

Una de las principales enfermedades para las cuáles se han utilizado los hongos como tratamiento de manera clínica es el cáncer.

 En Asia, hay más de 100 tipos de hongos para tratar esta enfermedad, pero los más comunes son Ganoderma lucidum (reishi), Trametes versicolor (cola de pavo), Lentinus edodes (shiitake) y Grifola frondosa (maitake). En Japón y China, desde hace más de 30 años se aprobó el uso de los hongos medicinales como complemento de la quimio y radioterapia, mejorando la calidad de vida y la tasa de supervivencia de los pacientes. En 1955 la academia medica de ciencias de Moscú, aprobó y recomendó el uso público de Chaga (Inonotus obliquus) para el tratamiento del cáncer.

Los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud demuestran que el 80% de la población mundial depende de medicinas tradicionales basadas en ingredientes activos de hierbas y hongos. En los Estados Unidos, más de 100 millones de personas utilizan varios suplementos alimenticios como una forma segura y natural para mantener una buena salud. Hoy en día, se presta especial atención a la búsqueda de nuevos productos inmunomoduladores altamente eficaces que puedan ser utilizados como precursores de medicamentos para diversas enfermedades y como profilácticos, es decir, que además prevengan el desarrollo de alguna enfermedad.

Referencias:

Chandra, D., M. Dhanasekaran. (2023). Mushrooms with Therapeutic Potentials: Recent Advances in Research and Development. Springer Nature Singapore.

Rai, M., Tidke, G., & Wasser, S. P. (2005). Therapeutic potential of mushrooms.

Ying J, Mao X, & Ma Q. (1987). Icons of Medicinal Fungi from China. Science Press.

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